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NUECES NUEZ BUFFET

"PARA PICAR SIN PECAR"

 

CALLE 116 45 -65  T. 3176680429

... CONTINUA NUESTRA HISTORIA

En mi casa había un televisor sin señal que cuando se prendía sonaba como las chicharras a las seis de la tarde y pasaba rayas de arriba abajo con una voz entrecortada que nunca pudimos entender, con acento venezolano.

 

Nos refugiamos en la música, en el deporte y en la literatura. Para la música teníamos elementos de toda clase; una enorme radiola de madera con un cajón para almacenar los vinilos, tocadiscos, radios y todo aparato que sonara.

 

Para la literatura había en el salón una enorme biblioteca que mi madre engrosaba cuando llegaban los catálogos del Círculo de Lectores o intercambiando clásicos con amigos. En las tardes, acostada en un chinchorro colgado en el ancho corredor, leía “Las mil y una noches”, los “Cuentos de los hermanos Grimm”, la enciclopedia “El mundo maravilloso de los niños” y escuchaba los discos de colores de “El álbum infantil con Pacheco”.

 

A los ocho años había devorado todo ese material y había viajado imaginariamente a los grandes jardines de la China, transportada en alfombras mágicas del Medio Oriente al lado de Sultanes de pantalones bombachos, de satín brillante y turbantes en sus hermosas cabezas. ¡Eso sí! Acompañada de un vaso gigante de leche pura y al menos siete panes que engullía viendo la danza de las ramas de la enorme palmera de dátil ubicada justo en el centro del patio de la casa. 

 

El carisma y el ansia de superación de mis padres y su curiosidad eran tan grandes, que en mi casa, en la única de Paz de Ariporo, estaba esa frondosa palma de dátil que consiguieron en su primer viaje a Maicao de manos de un libanés.

Ese fue mi primer encuentro con los frutos orientales. En el desarrollo del lenguaje, la palabra dátil era de mi vocabulario común.

 

De las lecturas de infancia me atraían profundamente frases como “ábrete sésamo”, el árbol de Hazel de la Cenicienta, el origen de Pinocho de las pignolias (piñones) y así sucesivamente. Y cuando empecé a ir al parque, descubrí que las pepas ovaladas, carnosas, grandes, que se desprendían de las ramas de los árboles que se agrupaban en las esquinas, eran almendras. Deliciosas almendras dulces de esas que nombraban en la biblia. Allá estaban, para todos y para nadie con ese rico sabor fresco. Caían del árbol y muchos las machacábamos, otros no. 

 

Fui afortunada porque mis padres eran poderosos comerciantes. Los primeros en llevar rarezas al pueblo y un desarrollo increíble. Viajaban a surtirse a Bucaramanga, Maicao, Medellín y para rematar nos llevaron de paseo a la costa Atlántica y Pacífica colombianas, en recorridos largos, de un mes, en años consecutivos. Viajábamos al menos tres veces al año.  

 

Maicao era un paraíso en el que se encontraban almendras y ciruelas enlatadas que nos compraban para comer en los largos trayectos y que me permitieron ampliar el conocimiento. También se conseguían pistachos, aunque no de forma permanente.

 

A los once años me mudé a Bogotá y encontré los frutos secos empaquetados.  Quedé tan conmovida y motivada con estos sabores que empecé a comprarlos, a comprarlos por montones, por libras, por paquetes grandes, por cantidades enormes para comer y comer y deleitarme con su grandioso sabor.

 

De repente y debido a las políticas de importación de Colombia desaparecían. En épocas de escasez no podía más que tratar de ubicar en mi memoria olfativa y gustativa estos aromas y sabores de los que quede prendada desde niña.

 

 

Dicen que cada uno tiene escrito su destino y yo, por aquello del desarrollo profesional y personal llegue a vivir al país donde todo abunda; las grandes autopistas, la comida chatarra, los carros enormes, los parques y personajes de cómics, las películas taquilleras millonarias, las “gas station repletas de cervezas”, los híper mercados 24 horas y ... las nueces; ¡toda clase de nueces! Un mundo de pistachos y marañones y nuez de castilla y muchas macadamias y cocos y cacahuates de todas las formas y sabores y colores y con chocolate y sin él y con dulce y sin él y en fin ...

 

Estados Unidos alberga tantas clases y preparaciones de nueces como de americanos y extranjeros que buscan algo, buscan cosas, buscan dinero, buscan crecer, buscan trabajo, buscan pareja, buscan estabilidad, buscan el sueño americano y otros, como yo, que buscaron NUECES.

Al regresar de Estados Unidos y después de haberlas probado todas maravillada empecé a pensar cómo combinar mi profesión, gustos y pasiones. Mi profesión, Fonoaudiología, que ejerzo en el área investigativa. Mi gusto, los FRUTOS SECOS, los chocolates, la comida y los negocios. Y mi pasión la escritura.  Daba vueltas y vueltas y más vueltas, pero no me decidí hasta que en el 2009 sucedió una terrible y dolorosa tragedia. Mi hermano, el más cercano a mí, murió de forma inesperada. Con él compartí mi infancia y muchos gustos y pasiones. Con él conocí a Noel Petro cantando:

 

“Después partimo´ el marañón, para que coma Encarnación”.

 

Era tan versátil, tan artista e instruido que me enseñó la poesía de Rubén Darío, las baladas de Claudia de Colombia, las de Nicola Di Bari y a Michael Jackson junto con el Cuarteto Imperial.

En su espectro cabían Noel Petro y los Beatles al tiempo y su sensibilidad era increíble. Arquitecto, pintor, dibujante, escultor, cantante, escritor y compositor, se marchó dejando un vacío que no lleno.

 

Su ausencia me dio el empujón que necesitaba. Su recuerdo, sus planes, sus ganas me llevaron a fundar NUECES Nuez Buffet, que es una apología a la vida. NUECES Nuez Buffet es la felicidad que nace de un momento triste. Es mi felicidad, mi alegría, mi espíritu revoloteando aquí y allá. Un espacio en el que pude unir mi profesión, mi gusto y mis pasiones.

 

NUECES Nuez Buffet es una invitación a cuidar el corazón, el organismo, tu alma, tu estado de ánimo y por supuesto tu sistema cardiovascular. Las nueces y los frutos secos tienen tantos beneficios como arena cualquier playa del mundo y comerlos evitara daños irreversibles que ocasionan no comerlos.

 

¡Hoy vivo feliz, feliz y feliz como una nuez! ¿Por qué? Porque ahora soy yo quien ofrece un momento feliz, que proporciona SALUD, una forma fácil de cuidarse, un estilo de vida que se impone: reemplazar los 50 gramos de chips de papitas por los 50 saludables gramos de marañón, de almendras, de macadamia, de pistachos, nogal, avellanas y todos los productos de nuestro catálogo.

 

Vivo feliz porque en Colombia somos el lugar número uno de las nueces y los frutos secos donde siempre encontraras calidad y economía.

 

Vivo feliz porque NUECES NUEZBUFFET es la mejor nuecería y porque no solo vendemos productos, sino que lo hacemos con sentimiento, con amor y con profundo conocimiento. Mezclamos la investigación, la lectura, la escritura y el amor por ellas con los frutos secos.

 

Bienvenidos a NUECES Nuez Buffet. ¡La casa de las nueces y los frutos secos en Bogotá y Colombia!

 

¡Nuez Buffet es la prueba de que trabajo y felicidad son sinónimos!

 

Diana Flórez Páez - Fundadora

About us

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